El Futuro

Esta es mi equivocación.

Al parecer, yo me estoy llevando con mis pensamientos a un punto singular para mí. Muy singular. Veo ahora que mi imaginación de antaño, la de hace algunos años, no ha contemplado la figura en lo que, eventualmente, me convertiré.


Mis pensamientos, con los que yo me llevo, me trasladarán hacia un lugar en el que nada existe. Por ejemplo, no existirá el peligro. No habrán cosas peligrosas que deban ser evitadas. Uno caminará por un sendero y sucederá lo que tenga que suceder. En la oscuridad o en el día. Y en esa inmensa agrupación de nada amontonada, no habrá nada que haya existido antes.

Mis pensamientos me llevarán hacia un lugar en el que no exista la fidelidad y la confianza (ni sus aparentes opuestos). No habrá línea que ate de centro a centro con otra persona. No habrá un mirar atrás, ni una oportunidad perdida. No habrá cosas que se pierdan. Uno caminará por la senda con la línea de la nube por la espalda. No habrá que responder al cielo ni a los humanos, y las cadenas ya habrán dejado de ser...

Con mis pensamientos me llevaré hacia un lugar sin personas, ni nacionalidades. No habrá "Español", "Argentino", "Chileno"...Pero ese lugar sin personas no será una idea. No será algo que se saca para poner otra cosa. Será un vacío acogedor, una acción de no estar poniendo. No existirá la "gente" en mi mundo "ideal", porque "la cosa" se habrá expandido entre las ramas, la montaña y el escritorio. Y eso será una nada, y en esa nada habrá algo que se reste, y no una suma.

Con mis pensamientos me iré hacia lugares nuevos aunque transitase todos los días la misma vereda. Y veré lugares iguales en sitios geográficamente distintos. El Everest será mi ventilador, y el ventilador del Everest...No habrá traslado de lugares en el vasto Universo, uno estaría en un lugar igual pero en un grupo distinto de cosas. Será el agua del río no bañando dos veces un mismo cuerpo...

Mis pensamientos me llevarán hacia un sitio en el que no haya "mi". No habrá más "mi padre", "mi madre", "mis hijos", "mi hermana", "mi tía", "mi gato", "mi perro", "mi trabajo", "mi computadora", "mi paraguas...". Existirá algo distinto y mi Yo no será más un preso de las denominaciones. Entenderé que las palabras son lindas formas en un vacío que las acoge.

Por fin, mis pensamientos, me llevarán hacia el no-pensamiento, el vacío fértil, el Satori del Zen. Y me pararé y andaré, y ya no estaré dividido. En una silla habrá yo, o no habrá yo, seré todo uno. Y ahí estará la muerte. Porque mis pensamientos me llevarán a la muerte del Yo, del tiempo, de la identidad, de la identificación, de la memoria. Y seré por fin otra nada, la nada en un vacío abordable. Y escalaré el Everest en una habitación.
Esta es mi equivocación.

¡Un saludo!

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